Según un estudio de la Fundación Encuentro, la energía es un recurso esencial, uno que este verano faltará para millones de argentinos. Según estimaciones de CAMMESA, el déficit de 2.500 MW en la demanda eléctrica proyectada para el verano podría tener consecuencias devastadoras en el día a día de la población y en el funcionamiento de la economía. Con temperaturas que se prevén extremas y una infraestructura energética tambaleante, el gobierno de Javier Milei ha decidido no enfrentar la crisis, sino perpetuarla.
La cancelación de 3.000 MW de generación térmica, adjudicados antes de que Milei asumiera, es la punta del iceberg en una serie de decisiones que demuestran la falta de planificación y visión en materia energética. Esta capacidad, destinada a reforzar las áreas más críticas del sistema, hubiera sido clave no sólo para este verano, sino para los años siguientes. Sin embargo, Milei la anuló, dejando en el aire no sólo esos megavatios, sino la estabilidad del sistema energético nacional.
La Paradoja del Gasoducto Néstor Kirchner
El Gasoducto Néstor Kirchner (GPNK) representa una oportunidad de abastecimiento que, sin embargo, se verá desaprovechada debido a restricciones de infraestructura de transmisión. Aunque el gasoducto tiene capacidad para transportar grandes volúmenes de energía, este verano funcionará a menos de la mitad de su capacidad, un símbolo de la falta de previsión en un país donde el ajuste parece ser la única política.
La paradoja es clara: Argentina cuenta con infraestructura que podría mitigar los efectos de la crisis, pero la falta de inversión en líneas de transmisión y estaciones transformadoras impide que la energía llegue a donde se necesita. Esto no es un error técnico, es una omisión política. La construcción masiva de parques eólicos y solares entre 2016 y 2019 —bajo contratos rentables pero sin el respaldo necesario en el sistema de transmisión— deja hoy a la red nacional en un embudo, incapaz de canalizar toda la energía que produce.
Un Verano Oscuro para Argentina
Las consecuencias de este déficit energético son aterradoras. De acuerdo con CAMMESA, esos 2.500 MW que faltarán este verano equivalen a la demanda promedio de más de tres millones de hogares en las horas pico, o al consumo de potencia de todas las industrias y grandes consumidores de energía eléctrica del país. Es decir, si el calor sube y la demanda alcanza su punto máximo, millones de familias y sectores clave de la economía podrían verse forzados a detener su actividad.
La fragilidad del sistema eléctrico y gasífero no sólo afectará el verano de 2025, sino también los de 2026 y 2027. Sin proyectos en curso para ampliar la capacidad energética, Argentina queda atrapada en un ciclo de ajustes que extiende su sombra cada vez más. Milei ha paralizado las obras necesarias para aumentar la capacidad de transporte y generación energética, optando por políticas de austeridad que colocan a millones de argentinos al borde de apagones prolongados.
Ajuste y Consecuencias
La situación actual es el resultado directo de políticas de ajuste que no entienden la energía como un derecho esencial. La decisión de anular la adjudicación de los 3.000 MW de potencia térmica que habrían paliado la falta de suministro en áreas críticas del país es una muestra de la miopía de la administración de Milei. Las obras energéticas de gran envergadura tardan años en completarse, lo que implica que estos proyectos eran indispensables para cubrir no sólo la demanda inmediata, sino también para asegurar el futuro del sistema energético argentino.
El argumento del ajuste presupuestario pierde sentido frente a una infraestructura energética colapsada. No hay ahorro que justifique la falta de energía en millones de hogares o la pérdida de productividad industrial que esta carencia provocará. Para el gobierno de Milei, el costo de estos proyectos parece ser alto, pero el costo de no hacer nada será insostenible para la economía y la sociedad.
Sin Alternativas a la Vista
El escenario a futuro no ofrece ninguna esperanza: los veranos de 2026 y 2027 estarán marcados por la misma incertidumbre. Al no haber planes para aumentar la capacidad de transmisión o la producción energética, la situación empeorará inevitablemente. Miles de hogares, comercios, hospitales y escuelas en áreas críticas quedarán expuestos a apagones que podrían prolongarse por horas.
Por su parte, los grandes usuarios de energía —desde industrias hasta shoppings y mineras— también verán un impacto significativo en sus operaciones, lo cual generará una cadena de efectos adversos en la economía. La falta de energía no sólo encarecerá los costos de producción y operación, sino que impactará en el precio de productos y servicios, acelerando la ya desbocada inflación.
Un Llamado a la Acción
Para evitar un colapso energético total, es imperativo que se realicen inversiones de inmediato en la red de transmisión y en nuevas fuentes de generación de energía. Mientras países vecinos lidian también con sequías y aumentos de temperatura, Argentina se verá imposibilitada de importar energía en caso de emergencia. Sin embargo, el gobierno de Milei ha decidido ignorar estas advertencias, dejando en manos de la suerte el destino energético del país.
Las cifras hablan por sí solas: 2.500 MW no es una cifra menor, es la diferencia entre un sistema que funciona y otro que colapsa. Este verano será una prueba de fuego para millones de argentinos que, lejos de poder elegir entre alternativas energéticas, estarán forzados a soportar las consecuencias de políticas de ajuste mal orientadas.
La política energética de Milei ha demostrado no ser una respuesta, sino una negación de la crisis. Las decisiones de su gobierno han colocado a Argentina en una posición de extrema vulnerabilidad energética, y este verano, millones sentirán el peso de esa desidia. Es urgente un cambio de rumbo que valore la energía no como un lujo, sino como un derecho, porque sin ella, el país no podrá avanzar.
Fuente: Enorsai